Las temperaturas no paran de subir y nosotros queremos seguir practicando deporte en el exterior.¡Pero cuidado! Debemos hacerlo con ciertas precauciones. Para aquellos a los que el calor les suponga un inconveniente para la práctica deportiva, tenemos que pedirte que no dejes el deporte en verano… ¡solo tienes que adaptarte a él!
En primer lugar, observa la temperatura e infórmate de cómo va a ser el tiempo que se espera para todo lo que dure tu actividad planificada al aire libre. Trata de realizar tu práctica por la mañana o por la noche, dado que las horas centrales del día son mucho más calurosas. En la medida de lo posible, hazlo a la sombra. Si no tienes opción de resguardarte del sol, procura proteger tu cabeza con una gorra o similares y tu piel con cremas solares de alta graduación (CONSEJO: Busca una resistente al sudor).
Evita la deshidratación bebiendo agua cada 20 o 30 minutos. Hazlo antes de llegar a tener sed y en tragos pequeños. ¿Sabías que el cuerpo suda para bajar su temperatura? Ayúdale a hacerlo manteniéndote bien hidratado. También es esencial utilizar una vestimenta adecuada: Lleva ropa ligera, transpirable y holgada, te ayudará a evaporar la sudoración y te mantendrán más fresco.
Sé sincero contigo mismo. Evalúate y determina tu nivel de estado físico. Es probable que en las primeras semanas del calor intenso de verano debamos reducir algo la intensidad del entrenamiento, hasta que nos vayamos aclimatando a practicar deporte con estas nuevas temperaturas. Una vez el cuerpo se acostumbre al calor, aumenta progresivamente la duración y la intensidad de tu entrenamiento.
Tras el fin de la práctica deportiva, reduce paulatinamente la temperatura de tu cuerpo con una ducha no excesivamente fría. Y ve bajando la temperatura poco a poco si así es como lo prefieres.
Es muy importante que conozcas los signos de advertencia para evitar una emergencia médica. Si detectas alguno de estos síntomas, detén la práctica deportiva inmediatamente, hidrátate e intenta reducir tu temperatura corporal:
- Calambres musculares
- Náuseas o vómitos
- Debilidad
- Fatiga
- Dolor de cabeza
- Sudoración excesiva
- Mareos o aturdimiento
- Confusión
- Irritabilidad
- Presión arterial baja
- Aumento de la frecuencia cardíaca
- Problemas visuales