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Desmontamos los 10 bulos que están afectando a tu salud

Fuente: Salud, Nutrición y Bienestar

Desde que el desayuno es la comida más importante del día hasta que tomar agua con limón en ayunas te hace perder grasa… Son muchos los bulos de salud que circulan entre la población gracias al boca a boca. Ahora, con el desarrollo de las tecnologías y la tendencia al alza en el uso de redes sociales, la información está al alcance de todos: Pero no solo eso, igual de accesible pero mucho más peligrosa es la desinformación.

Es muy importante que, ante las infinitas fuentes de información que podemos consultar en internet, construyamos un criterio propio con el que poder juzgar por nosotros mismos qué informaciones son ciertas que cuáles no. Nosotros queremos ayudarte desmontando diez bulos sobre alimentación y salud que seguramente hayas escuchado o leído alguna vez.

 

1. El zumo de naranja en ayunas

En la mayoría de los productos de desayuno podemos encontrar recomendaciones para esta primera comida del día. Y en todas ellas se coloca al zumo de naranja como un imprescindible para mantener una buena salud. Aquí podemos diferenciar la opción saludable y la no saludable.

Por un lado, un zumo de naranja natural (recién exprimido) sin añadir azúcar no va a ser perjudicial para tu salud, pero siempre va a ser mejor tomar la pieza de naranja entera en lugar de solo el jugo, puesto que la fruta entera conserva todas sus propiedades y, al hacerla zumo, perdemos su pulpa, su fibra y sus antioxidantes, todo ello muy beneficioso para nuestra salud.

Por otro lado, tomar un vaso de zumo de naranja envasado sí resulta perjudicial para la salud puesto que se le han añadido azúcares y aditivos: Con estos productos, índice glucémico (cantidad de azúcar en sangre) se eleva y, a su vez, el riesgo de padecer diabetes tipo 2.

 

2. El pan, el gran aliado en las comidas

La mayoría de la población ya tiene asumido que el pan engorda, pero no queda ahí el problema: El pan blanco está elaborado a partir de harina refinada, aditivos, aceites vegetales refinados y bastante sal. Este aporta calorías vacías y almidón, que termina transformándose en glucosa en el proceso digestivo.

Sin embargo, no vale con ir al supermercado y comprar un pan en cuya etiqueta ponga “integral”. Acude a la parte trasera del envase y comprueba los ingredientes. Comprobarás que, en realidad, son similares a los del pan blanco. Si queremos asegurar nuestra buena salud debemos apostar por la calidad de los alimentos. Si decides incorporar el pan en tu dieta, puedes ir a una panadería especializada donde hagan pan de calidad: harinas integrales (de espelta, de trigo integral, de centeno…), levadura, sal (en una cantidad muy reducida) y/o semillas. Esos son los ingredientes que llevará un pan realmente saludable.

 

3. Tomar lácteos a diario

Agencia española de Consumo, Seguridad alimentaria y Nutrición pone como “fundamental” el consumo de entre 2 y 3 raciones de productos lácteos al día. Sin embargo, está demostrado que se trata de un bulo y que el no consumo de leche, yogur o queso no produce ningún efecto nocivo en nuestra salud. La leche de vaca está concebida para los terneros, que pesan unos 45 kilos al nacer y alcanzan hasta 300 sólo en el primer año. Es evidente que las personas no tenemos las mismas necesidades nutricionales que ellos. Tres cuartas partes de la población adulta no cuenta con las enzimas digestivas que permiten asimilar los productos lácteos.

 

4. No más de 3 huevos a la semana

Mientras que el pan, el zumo, los lácteos y el cacao en polvo son los reyes del desayuno, las autoridades sanitarias ponen uno de los focos del peligro para la salud en los huevos, que supuestamente contienen colesterol.

Por un lado, la tasa de colesterol en sangre no tiene nada que ver con el colesterol alimentario. Y es que es el hígado fabrica más de dos tercios del colesterol sanguíneo, y lo hace a través del azúcar consumido. En el momento en que un alimento aporta colesterol al organismo, el hígado pasa a producir menos. Mientras tanto la cantidad total de colesterol en sangre seguirá siendo la misma.

Además, los alimentos no solo están compuestos de grasas saturadas (o colesterol), sino que tienen muchos más componentes que, puestos en una balanza, pueden resultar mucho más beneficiosos en comparación con el perjuicio que pueda causar el colesterol alimentario. No es igual la composición de una magdalena que la de un huevo, aunque los dos tengan grasas saturadas. El huevo contiene fosfolípidos, antioxidantes, proteínas de alto valor biológico con aporte de saciedad e inmunomodulador, vitamina B, minerales…

 

5. Come menos grasas

“Menos grasa, menos azúcar y menos sal” es una máxima de la industria alimentaria. Pero, ¿sabías que los frutos secos son un alimento muy rico en grasa? ¿lleva la misma grasa una avellana que una hamburguesa doble de un restaurante de comida rápida?

La clave no está en reducir la cantidad de grasa que ingerimos, sino en sustituir las grasas malas (grasas saturadas y grasas hidrogenadas) por las buenas (grasas monoinsaturadas como el aceite de oliva). ¿Sabías que existen numerosos alimentos entre los que escoger?

Los frutos secos, los pescados, los huevos, el chocolate negro (>70% de cacao), el aguacate… ¡Y todo son grasas buenas! Privarse de las grasas en general sin distinguir entre buenas y malas, nos lleva a pasar hambre y a entregarnos a los productos ultraprocesados y altamente palatables como las patatas fritas o las galletas.

 

6. Ingiere carbohidratos en cada comida

Existe una tendencia en la que se presenta como indispensable la ingesta de carbohidratos (patatas, las pastas, los cereales, el arroz, la sémola…) por su saciedad, de forma que se intenta evitar el picoteo entre horas. Sin embargo, los alimentos que realmente son saciantes son las proteínas y las grasas buenas.

 

7. La peligrosa dieta sin gluten

La dieta sin gluten no es una simple moda. Se está expandiendo por todo el mundo porque sus beneficios son percibidos por todo el mundo, no sólo por los celiacos. La alimentación sin gluten no conlleva riesgos, se trata de un bulo. Sin embargo, el trigo modificado genéticamente (la principal fuente de gluten hoy día), contiene actualmente 42 cromosomas en lugar de los 14 originales.

De este modo ha aumentado muchísimo su contenido en gliadina, una proteína que causa permeabilidad intestinal (es decir, la aparición de microporos en el intestino). Esa porosidad permite el paso de grandes moléculas que desencadenan alergias, inflamaciones, dolores articulares y en ocasiones enfermedades autoinmunes.

Y esa es precisamente la razón por la que comer sin gluten puede hacer desaparecer los síntomas de decenas de enfermedades, entre ellas poliartritis, rectocolitis, lupus y muchas más.

 

8. El sol te dará cáncer

Etiquetas de las cremas de sol, campañas contra el cáncer, carteles en centros de salud… Todo ello intenta que evitemos el sol a toda costa porque produce cáncer.

No se puede negar la relación entre el abuso del sol, es decir, las insolaciones y las quemaduras solares; y el cáncer de piel.  Sin embargo, una exposición controlada y continuada en el tiempo tiene enormes beneficios para nuestra salud. No podemos estar todo el año escondidos del sol y esperar que 15 días tomando el sol durante gran parte del día no tengan efectos nocivos en nuestra piel.

Un paseo diario de entre media y una hora de duración con exposición al sol prepara nuestra piel y nos aporta grandes cantidades de vitamina D y de óxido nítrico.

 

9. Los complementos nutricionales no sirven para nada

A pesar de vivir en un país con el privilegio de poder disfrutar del sol prácticamente a diario, la gran mayoría de la población posee un déficit de vitamina D. Algo similar sucede con el magnesio y con los ácidos omega 3. ¿Por qué nuestros niveles de antioxidantes y vitaminas son escasos? Por lo general, la alimentación moderna, basada en alimentos ultraprocesados y pocas materias primas, contiene demasiada sal y una insuficiente cantidad de frutas y verduras frescas.

Lo idóneo para nuestra salud sería basar nuestra alimentación en estos últimos grupos (frutas y verduras) y, en general, en alimentos de calidad. Cuando con nuestra dieta no obtenemos los aportes necesarios para nuestro cuerpo, complementarnos con multivitamínicos pueden jugar un papel importante.

 

10. Hay que comer de todo

Si tomamos la recomendación “comer de todo” en su forma más esencial, es un consejo que tiene sentido. Basar nuestra dieta en una alimentación variada dentro de lo saludable. Sin embargo, en el mundo en el que vivimos, aconsejar comer de todo se traduce en basar nuestra alimentación en productos nocivos para nuestra salud.

¿Por qué? Si entramos en cualquier supermercado lo primero y lo que mayoritariamente vamos a encontrar son envases de todos los colores que contienen alimentos ultraprocesados llenos de azúcar, colorantes y aditivos…

Si siguiéramos el consejo de comer de todo, nos encontraríamos con un carrito de la compra lleno esencialmente de comida basura. Sin embargo, si lo que quieres es comida sana, rica en nutrientes esenciales, no refinada, no transformada, local, orgánica… lamentablemente tendrás que evitar prácticamente todas las estanterías del supermercado.

Bastará con quedarse en la zona en la que se ofrecen verduras, frutas, buen pescado, buena carne, huevos, aceite de oliva, legumbres, especias, semillas, frutos secos, tubérculos… Aunque siempre la mejor opción va a ser acudir al mercado local en el que se vendan productos ecológicos y de proximidad.

zesis

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