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El intestino, nuestro segundo cerebro

Quizás nunca habías imaginado que el intestino estuviese tan relacionado con tu estado de ánimo. Y nada más lejos de la realidad, el culpable es el sitema nervioso entérico, cuya red neuronal produce actividades similares a las de nuestra cabeza. Por eso, cada vez más profesionales se atreven a llamarlo “nuestro segundo cerebro”.

Este cerebro “independiente” y su compleja comunidad microbiana influyen en nuestro bienestar en general. Y es que todas nuestras emociones se generan en el intestino, donde producimos el 90% de la serotonina, la hormona del bienestar. Debido a la abundancia de esta sustancia en el intestino, numerosos expertos indican que nuestra dieta influye en la serotonina y, por lo tanto, relacionan los estados de ánimo con la alimentación.

La controversia actual de la investigación, según los profesionales, es la siguiente: “aunque una mala dieta puede causarnos desequilibrios metabólicos que cambien nuestro estado de ánimo, esto no tiene por qué estar relacionado con la serotonina intestinal: de hecho, no es seguro si la serotonina intestinal puede llegar siquiera al cerebro”.

A pesar de ello, este órgano se sigue considerando “nuestro segundo cerebro” por muchos otros motivos. En primer lugar, tiene un sistema nervioso autónomo, lo que significa que puede funcionar solo, sin que el cerebro le imponga ninguna orden. En segundo lugar, son más de 100 millones de células cerebrales las que se encuentran en este largo órgano. Aunque parezca sorprendente, son más neuronas que las que contiene la médula espinal o el sistema nervioso periférico. Y por último, el 70% de las células de nuestro sistema inmune vive en el intestino, lo que significa que los problemas intestinales nos hagan más vulnerables ante enfermedades comunes como la gripe.

Hasta el momento, tan solo podemos extraer de la actual investigación que, cada uno de nosotros podemos mejorar nuestra salud digestiva y el microbioma intestinal. Entre los hábitos que recomiendan, encontramos el seguir una dieta diversa, bajar los niveles de estrés haciendo meditación, mindfulness o yoga, establecer una solución a los problemas intestinales y dormir diariamente las 8 horas recomendadas.